Nada como un baño para arreglar un día tonto, malo, gris. O insulso. Lo decía Santo Tomás. (No he podido encontrar la cita, pero prometo que lo he leído en alguna parte). Ahora mismo sólo puedo soñar con bañeras como éstas, y conformarme con una ducha caliente y una coca-cola. Pero algún día tendré una bañera con patas. Aunque tenga que pintarla.
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